sábado, 8 de septiembre de 2012

Capítulo 4: La cueva



Cinco años pasaron des de ese accidente. La vida siguió su curso. Sin Goku ni Vegeta, la responsabilidad de proteger al mundo pasó a Gohan, y este fue convencido para que entrenara a su hija y a Uub con la ayuda de Piccolo para tener una nueva generación de guerreros preparada para defender la Tierra de futuros enemigos. A Gohan no le gustaba demasiado esa idea, pero Piccolo le hizo ver que el era el único que podría sacar completamente el potencial de los chicos. Veil se convirtió en un niño robusto, muy inteligente y poderoso. Afortunadamente, a medida que fue creciendo fue empezando a controlar sus instintos de batalla, o al menos eso creía su madre. Pero igualmente Videl no se fiaba de su hijo, por lo que no le dejó ir al colegió y contrató a un profesor particular que Chi-Chi le había recomendado. Otro problema que tenía era su cola. Por mucho que intentaron quitársela, al cabo de unas horas volvía a crecer. Lo único que podía hacer su madre era evitar que saliera a fuera las noches de luna llena.

Veil, que en sus ratos libres se metía en los bosques diciéndole a su madre que salía a jugar, se fue a su cueva. Su cueva era el sitio donde el chico entrenaba a espaldas de su madre. Cuando tenía 4 años, Veil descubrió que la única forma de destruir cosas sin que su madre se enfadara era irse por los bosques, lejos de su madre. Entonces, anduvo hasta que se encontró con una montaña. Liberó sus impulsos destructivos y lanzó un puñetazo en contra de la montaña. Entonces toda la pared de la montaña se reventó y dejo a la luz toda una galería llena de aparatos de entrenamiento llenos de polvo. Con la ayuda de los libros de la biblioteca de su padre, Veil descubrió que esa galería pertenecía a una antigua civilización que había habitado en esas montañas hace 3000 años. Por lo visto, esa civilización poseía una gran tecnología de entrenamiento para sus soldados. Pero, aunque disponían de una tecnología muy avanzada, pocos soldados, por no decir ninguno, sobrevivían al entrenamiento, así que abandonaron sus salas de entrenamiento y tapiaron la entrada.

Con la ayuda del entrenamiento, ahora podía aguantar una lucha a 200G, tenía un control total de su Ki, podía sentir el Ki de las otras personas, y se había entrenado para ser un estratega perfecto en medio de una batalla. Sólo en un año, Veil ya había superado el 99,99% del entrenamiento de que las maquinas disponía, pero le faltaba una última prueba. La prueba final consistía en la lucha contra un clon exacto a la persona que se entrenaba. Ese clon tenía todas las características que el sistema había recolectado de las pruebas anteriores, por lo que prácticamente no se podía coger por sorpresa. El objetivo de la prueba era conseguir que la persona pudiera aprender a improvisar y a tener la capacidad de mejorar en medio de una batalla. Veil respiró hondo, repasó su plan, y entró en la sala. No sabía que alguien que llevaba mucho tiempo esperando para empezar su venganza estaba muy atento de sus movimientos en ese momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario